martes, 8 de marzo de 2011

fusilada por Lesbiana


DOCUMENTO FESTIVAL 72HS MULTICOLOR JUSTICIA POR NATI GAITÁN
por Martin A. De Mauro Rucovsky para Encuentro por la Diversidad Córdoba
Hace un año, en barrio Liceo las balas de la más cruda heterosexualidad se cargaban con la vida de la Pepa Gaitán.
Hace un año las balas de la violencia fusilaban a Natalia Gaitán.
Una noticia más en las páginas policiales. Una vecina, una amiga, una compañera, una prima, una tía, un ser anónimo, un transeúnte mueren en nuestra Córdoba, en nuestros barrios, en las lejanías del centro, en los barrios periféricos.¿Cuantas lesbianas morirán de forma anónima? ¿Cuantas chicas trans y travestis no figuran en estos obituarios? ¿Cuantas mujeres hacen eco del silencio de la violencia de género que acaba con sus vidas?. Porque parece que hay muertes que merecen la pena ser veladas y otras que son un número más en las estadísticas, en el frío anonimato de las estadísticas oficiales. A manos de abortos clandestinos, de cifras no reconocidas, de dogmas patriarcales, heteronormativos y religiosos, de secretos familiares e indiferencia colectiva, la política del odio hacia mujeres se esparce en nuestras vidas cotidianas. BASTA DE VIOLENCIA A LESBIANAS, MUJERES Y TRAVESTIS, BASTA DE LESBOFOBIA YA! DESPENZALICIÓN DEL ABORTO, POR UNA LEY INTEGRAL DE ABORTO LIBRE, SEGURO Y GRATUITO.
Hasta hace un año parecían que las Lesbianas éramos extraterrestres, una forma de vida imposible, un cuerpo indescifrable, un deseo borroso, acaso opaco. ¿Marcianas en la Tierra? ¿Marcianas en Córdoba, el interior, la lejanía la periferia, será posible?, ¿será que hay vida en Marte?
Hace un año casi, una vez más la brutalidad de la lesbofobia, esas balas de la fobia social, de la discriminación cotidiana, del miedo a la diferente apuntaban a nuestros cuerpos, a nuestras expresiones, a nuestros gustos, a nuestras sexualidades, a nuestros géneros. Ser torta, marimacho, marica, machona, trola, cuartetera, flogger, ricotera, puta, futbolera, camionera, emo, cumbiera, alternativa, heavy metal, travesti, perra, lesbiana!. Sigue siendo hoy objeto de burla cotidiana, extorsiones que van desde las miradas sutiles y silenciosas hasta la violencia del insulto, los golpes y violaciones.
Hace un año que la Pepa moría en Barrio Liceo un barrio periférico de nuestra ciudad, pero aún hoy la extorsión de los códigos contravencionales hace de las expresiones de clase, de nuestros barrios un motivo más de esa venganza social en manos de la policía. Ni más ni menos esto es la arbitrariedad de la fuerza policial en manos de códigos legales. Porque tener cubana, gorra y andar en moto es una contravención, un motivo más para ser detenida por portación de rostro, acá mismo en el centro esto está sucediendo, no seamos indiferentes!. EXIGIMOS LA ANULACIÓN DE LOS CÓDIGOS CONTRAVENCIONALES Y LAS CONTRAVENCIONES POR MOTIVOS DE CLASE Y EXPRESION DE RAZA.
En estos días de carnaval, en donde apretamos el pomo, en medio de serpentinas y bombuchas, en los festejos todavía de la gesta patria del Bicentenario, se sigue matando a lesbianas que viven sus propios deseos, sus gustos, sus vidas. Porque no vivimos en el país esponja, el país que se chupa todo lo que pasó, el país del olvido. Hoy venimos a celebrar la diversidad de expresiones de clase, de género, de sexualidad y de cuerpos. Hoy venimos a pedir justicia, justicia para que no se repita otra Pepa Gaitán más, para que la historia nos deje un enseñanza: comprometeremos a defender y celebrar la diversidad de expresiones de lo masculino y lo femenino, la diversidad de cuerpos gordos flacos medianos grandotes osas y osos, machona butch camionera, de identidades de género y orientaciones sexuales…. POR TODO ESTO PEDIMOS, EXIGIMOS Y NOS COMPROMETEMOS, POR UNA LEY INTEGRAL DE IDENTIDAD DE GÉNERO, EXIGIMOS JUSTICIA POR LESDEMA.
PORQUE SOY TORTA, SOY LESBIANA, SOY MUJER, PEDIMOS JUSTICIA POR LA PEPA GAITAN, PEDIMOS JUSTICIA POR TODAS LAS PEPAS ANÓNIMAS Y ACALLADAS, POR TODOS ESOS SILENCIOS QUE NO QUEREMOS ESCUCHAR, BASTA DE LESBOFOBIA, PEPA GAITAN PRESENTE!!!.
Natalia -Pepa- Gaitán, de 27 años, fue baleada por Daniel Torres, padre su
Novia, el 7 de marzo del año 2010, en Barrio Liceo Segunda Sección de la
ciudad de Córdoba, Argentina.

http://www.goear.com/listen/210f4eb/lucha-y-orgasmizacion-encuentro-por-la-diversidad

viernes, 28 de enero de 2011

El Tribunal Constitucional alemán declara inconstitucionales las cirugías obligatorias.

TGEU aplaude la decisión del Tribunal Constitucional de Alemania: otros países deberían prohibir el requerimiento de esterilización por inconstitucional.

28 de enero de 2011.

El Tribunal Constitucional alemán ha anunciado hoy en una nota de prensa que el requisito de someterse a una cirugía de esterilización o de reconstrucción de género no es constitucional. La demandante, una mujer transexual de 62 años, había optado por la llamada “pequeña solución” realizando un cambio de nombre, pero no alteró su sexo registral debido al requisito de someterse a una cirugía de esterilización. Todavía con sexo registral “varón”, se les denegó a ella y a su pareja femenina el derecho a inscribirse como pareja del mismo sexo. Según la demandante, si se las forzaba a casarse, serían reconocibles como pareja con al menos un cónyuge transexual, lo que haría imposible una vida libre de discriminación.

La Primera División del Tribunal Constitucional Federal ha sentenciado que las condiciones estandarizadas para el reconocimiento legal del género de los transexuales que quieran formar una pareja no son compatibles con el derecho a la autodeterminación sexual, la integridad física y la privacidad.

“La reforma del Acto de Reconocimiento de Género Alemán (Transsexuellengesetz) está más que atrasada”, dice Max Schulze, miembro directivo de la organización berlinesa TransInterQueer, “exigimos al Gobierno Federal y al Parlamento que muestren ya una acción rápida y consistente.”

TGEU aplaude la decisión de la Corte Constitucional Alemana. Un gran número de países en Europa establece requisitos similares, violando los derechos humanos de las personas trans. El Consejo Europeo ya ha indicado que se trata de un asunto del que es necesario ocuparse. De este modo, el Comité de Ministros ha declarado que “los requisitos previos para la autorización de una reasignación de género legal, incluyendo los cambios de naturaleza física, deberían revisarse con regularidad para eliminar los requisitos abusivos”. En línea con decisiones previas del Tribunal Constitucional alemán respecto a la Ley Transexual, y en combinación con veredictos similares del Alto Tribunal Administrativo de Austria, TGEU desea que sea una señal para que otras comunidades revisen su legislación de reconocimiento de género.

“El margen para la evaluación de los requisitos necesarios para el reconocimiento de género tiene sus límites, tal y como garantiza el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. La decisión del tribunal alemán expone claramente que los derechos humanos de las personas trans corren peligro a causa del requisito legal de cirugías de esterilización o de reasignación de sexo, que todavía se piden en muchos países de Europa. Cuando la recomendación del Comité de Ministros pueda ser revisada dentro de dos años, queremos ver que tanto Alemania como otros muchos países han alineado sus legislaciones con la legislación internacional de derechos humanos”, dice Richard Köhler, codirector de Transgender Europe.

Contacto con Transgender Europe

tgeu@tgeu.org


(Noticia publicada originalmente por TGEU. Esta traducción no ha sido autorizada por TGEU.)

sábado, 22 de enero de 2011

Conferencia en la UA.



Este es un video de una conferencia que tuvo lugar en la UA. No estoy seguro de si se trata de un video cómico, o indignante. Combina el discruso más retrógado con la bobería más absoluta y una total torpeza en la explicación por parte de la conferenciante, que se notaba que estaba muerta de vergüenza por tener que hablar "de sexo". Es muy divertido ver como una persona intenta dar una explicación sobre una cosa que el pudor le impide nombrar.

Me gusta como no tiene argumentos ni datos en los que apoyarse, la evidente falta de preparación de la conferenciante, su incapacidad para dar ninguna respuesta a las objecciones que se le plantean, y la cara que pone la persona que está sentada al lado, en la misma mesa. Me gusta las respuestas que se permite darle esta otra persona, que supongo que sería la moderadora, saltándose a la torera todos los protocolos políticamente correctos sobre imparcialidad. Pero lo que más me gusta de todo son los coros de risitas divertidas de los estudiantes, que alucinan pepinillos ante una de las conferencias más subrealistas a las que jamás hayan asistido.

Yo también me reí mucho.

lunes, 17 de enero de 2011

Mi nombre, mi cuerpo

 Por primera vez se autoriza a un varón trans el cambio de su identidad registral sin obligarlo a someterse a pericias médicas o psicológicas, y garantizando su derecho a optar por una cirugía parcial en un lugar adecuado para el cuidado de su salud y atendiendo sólo a la autonomía de quien demanda. Con este fallo del juez Roberto Gallardo, que cita por primera vez los Principios de Yogyakarta –una serie de principios para aplicar la legislación internacional de derechos humanos a las cuestiones de identidad de género y orientación sexual–, se afianza la jurisprudencia y queda de manifiesto, otra vez, la necesidad de una ley que no obligue a judicializar la historia de vida para que cada quien pueda ser quien es en todos los ámbitos.
Imagen: Sebastián Freire

Soy Blas, transgénero masculino. Presenté el amparo para que el Estado reconozca mi identidad sin operarme y lo conseguí en tres semanas.
Me reuní con abogadxs que son amigxs y que ante todo son buena gente: Paula Rivera y Emiliano Litardo de Cetju-LGBT (Centro de Estudios Técnicos y Jurídicos de la cuestión Lésbica, Gay, Bisexual y Trans). Trabajamos en conjunto en forma independiente con la convicción de que si nos llegaba a ir bien, íbamos a darle circulación a todo el trabajo y no solamente al resultado, para que sea de utilidad a quienes lo necesiten.
Sabíamos que iba a ser duro, sobre todo porque no estoy operado, no me aplico hormonas, no me siento enfermo y no tengo intenciones de practicarme una faloplastia.
Es cierto que estoy tan mal acostumbrado que me resulta más fácil responder al rechazo que a la aceptación. Pero también es cierto que, contra todo pronóstico, nos fue bien.
El 7 de diciembre presentamos el amparo ante los Tribunales de la Ciudad de Buenos Aires. El capítulo II, que transcribo a continuación, es un relato que resume la historia de mi vida:
No existe etapa de mi vida en la que me haya sentido mujer. Siempre establecí mis relaciones pensándome varón. Lo que sí ha variado con los años es mi forma de interpretarme.
No tuve una infancia infeliz, no me faltó amor y la economía de una familia platense de clase media me permitió contar con una buena educación y acceso al sistema de salud. Mi papá era odontólogo y mi mamá es arquitecta. Tengo una hermana melliza y otra hermana menor. En el año 1981, con los datos de la ecografía, el médico felicitó a mis padres: ¡iban a tener mellizos! Yo era más grande de tamaño que mi hermana, lo veían en la ecografía, así que esperaban una nena y un varón.
Mis primeros años en una casa con tantas mujeres hizo que no faltaran ejemplos que revelaran el contraste entre ellas y yo. Las diferencias con mi hermana melliza siempre fueron notables y cada evidencia era cuestionada o reprimida. Solía estar muy triste, con una tristeza que me acompaña todavía.
Dentro de un código familiar donde lo diferente era sinónimo de promiscuo y merecía una condena que llegaba a exiliar algunos términos del discurso, no fue fácil organizar ideas que se iban apoderando de mis reflexiones. Si en mi casa lo diferente se leía enfermo, entonces me pensé enfermo. Con vergüenza, oculté cada una de mis sensaciones como si se tratara de un delito, algo demasiado humillante que seguro traería aparejado un castigo infinito.
Cuando se me presentaba la oportunidad de jugar con los varones, la aprovechaba y era uno más del grupo, trepando paredes o construyendo una casa en un árbol. Pero a medida que fui creciendo el mismo grupo de chicos dejó de hacerme parte.
Empecé a pensar que mi cuerpo no era el correcto y ésa era la causa de todos mis conflictos. Si hubiera tenido “cuerpo de hombre”, nadie hubiera dudado... Desde chico estaba convencido de que un día me iba a ir a dormir y al despertarme iba a tener el cuerpo “correcto”, uno que no diera lugar a dudas, que le mostrara al mundo quién era yo.
Mi cuerpo se desarrolló, contra todos mis deseos, acomodándose a una figura culturalmente definida como mujer. Sufrí muchísimo. Perdí el interés por desarrollar actividades que me podían gustar. De hecho, ni siquiera me preguntaba qué cosas me gustaban, porque sentía estar viviendo la vida de otra persona. Estaba seguro de que yo no era quien decía mi documento y oscilaba entre la bronca y la desesperanza, con la convicción férrea de que nadie iba a entenderme nunca.
No alentaba relaciones de amistad con nadie y me limitaba a conquistar modestos logros académicos para complacer a mis padres. Pensaba que hubiera preferido no nacer, o estar muerto, y a la vez veía a mis hermanas disfrutar de otros éxitos, saliendo a la noche, teniendo novios, grandes grupos de amigos con planes divertidos y códigos de complicidad. Me tentó la idea de disfrutar de esos placeres y resolví tomar el ejemplo de ellas como una receta. Tuve amigos, tuve enamorados y salidas y vacaciones en grupo. Pero eran victorias que me provocaban una pena cada vez más intensa. Sabía que estaba postergando mi vida, que estaba apostando a una ficción y perdía tiempo valioso. Sin embargo, tenía tanto miedo al rechazo y estaba tan cansado de estar solo, que por un tiempo pensé que valía la pena y que estaba haciendo lo correcto.
A los 18 años, y gracias a una película, supe que existían otras personas como yo. Busqué mucha información en Internet sobre Harry Benjamín, disforia de género, transexualismo, transgeneridad, etcétera. Por más que se tratara de nuevos contenidos, no dejaba de sentirlos familiares y me reconocía en sus descripciones.
Me informé sobre cirugías, hormonas, psicodiagnósticos y leyes en la Argentina y otros países. Me sumé a un proyecto nacional para convocar gente trans. Me sentí aliviado: de pronto ya no estaba solo. En ese momento, gracias a la bibliografía que pude descargar en mi computadora, llegué a la conclusión de que padecía un trastorno de la identidad que iba a resolverse cuando pudiera adecuar mi cuerpo al formato convencional de hombre.
En ese entonces oculté las novedades a mi entorno inmediato y resucité un montón de ilusiones que había desplazado años atrás. Sin que nadie lo supiera, empecé a trabar relaciones con gente de otras ciudades, lejos de La Plata. Me nombré Blas y tuve mi primera novia a los 19 años. Una relación tan breve como especial: ella me miraba y veía a un varón. Lo mismo pasaba con mis nuevos amigos. Gente que apenas me conocía, pero a la vez sabía más de mí que mi propio núcleo familiar.
Fue una época tormentosa, en la que se me prohibía cortarme el pelo, usar ropa que no diera cuenta de la feminidad esperada, se controlaba a mis amigos... Yo me escondía de mi familia porque sentía que la verdad en sus manos era una amenaza a mi deseo hecho realidad, a mi vida de varón, que, contrariamente a lo que ellos pudieran decir, era lo único auténtico que yo tenía. Más allá de las ventajas que me ofrecía este modo de vivir, también reconocía que estaba muy solo y mi familia me hacía falta. No podía tener estudios, padres, amigos, ni teléfono, ni casa, ni nadie a quien llamar en caso de emergencia. ¿Quién iba a pasarme una llamada para Blas?
Esperé a la mayoría de edad para confesar a mi familia que soy transgénero. La situación en mi casa se tornó insostenible, ese mismo año me mudé a Capital.
De esto pasaron casi 7 años, ya no creo tener el cuerpo equivocado, pero sí estoy seguro de estar en medio de una comunidad con la mentalidad equivocada, con un código que me desconoce, me niega y sólo me va a reconocer si me transformo...
Hoy no busco esconder mi cuerpo, no lo odio, ni lo quiero cambiar. De todos modos, sé que es un cuerpo de varón, porque yo soy un varón, ¿cuerpo de qué iba a tener si no? Y contra la definición social de trans, puedo decir que la discordancia no es entre cómo me siento y el cuerpo que tengo sino que se trata de un choque duro entre quien soy y lo que socialmente se espera de mí, un varón que social, cultural y legalmente es asignado mujer en virtud de mis cromosomas o genitales o caracteres secundarios.
Cambiaron muchas cosas en mi vida: estuve en pareja muchas veces, tengo amigos que me llaman Blas y saben que soy trans, pueden hablar por teléfono y venir a mi casa y conocen a mi familia. Estudio filosofía y conseguí que la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA reconociera mi nombre identitario. Trabajo para el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y también logré que sea respetada mi identidad de género dentro del ámbito laboral.
Soy un hombre y mi cuerpo, tenga los atributos que tenga, es un cuerpo de hombre. Pero que el resto del mundo lo lea continuamente en términos femeninos hace que mi vida de relación sea muy difícil y a veces peligrosa.
Mi documento dice que soy mujer y si quiero relacionarme como hombre me convierto en indocumentado, pareciera que no tengo familia, ni estudios, ni ningún documento que certifique legalmente quién soy. Y tengo una familia, una historia académica, experiencia laboral. Necesito que mi documento deje de desmentirme.
Sabíamos que en el mejor de los escenarios, el proceso judicial lleva un año aproximadamente pero, a la semana de haber ingresado la demanda, Paula Rivera me avisaba que el 16 de diciembre tenía que presentarme a una audiencia con el juez.
De pronto algo tan esperado parecía convertirse en un suceso repentino y me costó no perder la calma. Todo lo que había pensado con relación a ese momento se perdía entre los nervios y la ansiedad.
Me sentí muy cómodo durante la entrevista en el juzgado y no sólo porque me trataron con mucho respeto sino porque no fue necesario que dijera nada acerca de la necesidad de una ley de identidad de género que establezca mecanismos administrativos para acceder a los cambios registrales. No hicieron falta explicaciones, ni detalles, ni fundamentos, porque el juez dijo todo eso que yo podría haber expresado, y más todavía.
De acuerdo con lo asentado por la jurisprudencia, los magistrados dan intervención al cuerpo médico forense para la realización de pericias a las que iba a oponerme. El género no es un atributo de los cuerpos y yo no tenía intenciones de someterme a exámenes físicos y pruebas genéticas. Afortunadamente el juez tampoco las tenía.
El 29 de diciembre, el tribunal dictó una sentencia más que favorable. Se funda en los derechos humanos, la Constitución Nacional, el Pacto de San José de Costa Rica, la ley 3062 y los Principios de Yogyakarta, destacando sobre todo que nadie está obligado a someterse a procedimientos médicos para obtener el reconocimiento legal de su identidad de género. Se ordenó que se efectúen las modificaciones pertinentes a los efectos de mantener mi número de DNI, cambiando el nombre y el sexo.
Estoy feliz con el resultado obtenido, especialmente con una cuestión que no había contemplado al principio: mi familia me acompañó. Mi hermana melliza se presentó como testigo y contar con ese respaldo fue lo mejor de todo. Pareciera que en todo este proceso estuve solo, pero en rigor de verdad estuve rodeado de gente. Lohana, Luisa, Taddeo, Fer, que también son trans, de ideas políticas diversas, pero idéntico ímpetu y compromiso...
Por lo general, a las masculinidades trans se nos cuestiona no haber conformado una organización que nos aglutine. Yo creo que es algo positivo. En este marco de descrédito de las instituciones y sus funcionarios, de incompetencia, oportunismo y de intereses creados, pensar que igual hemos podido articular una red de contactos informales y que somos capaces de reunirnos y compartir por el solo hecho de encontrarnos, sin alentar proyecciones políticas individuales, es digno de reconocimiento.
Soy consciente de que el documento de identidad no acaba con el estigma. Nadie presenta su DNI para entrar al baño. No funciona como escudo de las trompadas y las burlas. No introduce a mi cuerpo en esos circuitos de deseos que, aunque desobedientes, sólo contemplan el abrazo de corporalidades normativas y estándar. Pero es un gran avance... Y, después de todo, ¿quién dijo que esto terminaba acá?

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transexuales, travestis, transgénerxs, transeuntes de su ser, trans-mutantes, transpirantes, marcianxs, sin-nombres, transimplantes, enfantsexualxs, intergenéricxs autocoonstructivxs, transformantes, autotransformantes. De todas las personas o mutantes que están caminando y quieren compartir con otrxs tan distintxs a unx como todxs lo somos, las experiencias T.

La causa de la transexualidad

¿Por qué existen personas transexuales? Hay muchas teorías al respecto. No voy a hacer un repaso de ellas, porque seguramente lo voy a hacer mal, y además se me van a olvidar tres o cuatro. Tampoco hace falta ya que, hasta el momento, ninguna teoría respecto a las causas de la transexualidad ha logrado dar una explicación completa, ni ha soportado una revisión superficial (no hablemos ya de revisiones en profundidad). Ningún estudio se ha hecho de manera demasiado rigurosa, ni da respuesta a todas las cuestiones que surgen alrededor de la realidad trans.

Yo voy a arriesgarme a lanzar una hipótesis más: la causa de la transexualidad, es la heterosexualidad. La transexualidad es una palabra que nace desde la medicina (acuñada por Harry Benjamin) para designar a unas personas “raras” que “quieren cambiar de sexo”.

Los esfuerzos por descubrir cual es la causa de la transexualidad significan asumir que la no-transexualidad es el estado “natural” de las personas, y que lo “normal” es que cada ser humano presente una correlación entre sexo-género, de manera que todos los machos sean masculinos (hombres), y todas las hembras sean femeninas (mujeres). Sin embargo, esta correlación, que, en efecto, se da en la gran mayoría de las personas dentro de nuestra sociedad, no es natural, sino aprendida. La diferenciación de roles entre hombres-machos y mujeres-hembras varía de una cultura a otra: no es lo mismo una mujer musulmana, una oriental, y una europea. Tampoco es igual una mujer española que una de otro país de Europa. Por ejemplo, recuerdo que me sorprendió que las mujeres alemanas que conocí en alemania, solían tomar la iniciativa a la hora de ligar tanto como los hombres, e invitaban a los chicos a copas, les pagaban la entrada de las discotecas, y directamente les hacían proposiciones de sexuales, sin importarles demasiado que ellos estuviesen o no interesados en ellas de la misma forma. Vamos, ellas allí hacían exactamente lo mismo que los chicos aquí. A mis amigos españoles, eso les daba mucho miedo (y todavía no entiendo muy bien por qué).

Que la diferenciación entre los roles de hombres y mujeres se aprende, día a día, y desde el primer día, es algo que es obvio al escuchar los discursos de aquellas personas que están en contra de que las parejas o matrimonios homosexuales tengan hijos o los adpoten. Les preocupa que esos niños y niñas no tengan una educación adecuada al no tener cada día en casa el ejemplo de como se desarrolla cada sexo. Podría ocurrir que, al no contemplar el contraste entre lo que hace la mamá y lo que hace el papá, se sientan confusos y no aprendan cual debe ser su rol sexual, lo que a la larga podría convertirles en personas socialmente inadaptadas. Crecer sin un padre y una madre, podría hacer que los niños y las niñas desarrollasen transtornos de identidad de género.

Lo trans (entendido como cualquier tipo de “variaciones de género” que puedan aparecer o considerarse como tales) se ve como un transtorno, como algo extraño y “no-natural”, sólo cuando se contrasta con la heterosexualidad establecida como patrón normal. Si ese patrón de normalidad, artificialmente establecido, no existiese, tampoco existiría la transexualidad como trastorno psiquiátrico. Sería, simplemente, un rol de género más, al nivel de los otros roles de género existentes. La diferencia entre una persona trans y una que no lo fuese, sería más o menos la misma que entre una persona que le gusta el jamón serrano, y una persona a la que no le gusta.

Probablemente, si las cosas fuesen así, las averiguaciones sobre los orígenes de la transexualidad, carecerían de interés alguno. El interés por conocer cuales son las causas de la transexualidad y de la homosexualidad es el interés por saber por qué hay personas que no son normales. Personas que no hacen lo que a todos los demás les sale de manera natural.

Por otra parte, sí que es verdad que la situación de las personas trans es extraordinaria. Mientras el resto de personas se han plegado ante la fuerte presión cultural que les exige desarrollar unos patrones de comportamiento determinados, hasta llegar a creerse incluso que son parte de su propia naturaleza, las personas trans insistimos en desobedecer y hacer las cosas de otra forma. Algunas desarrollan roles de género “diametralmente opuestos”. Algunas hacen como el vino de Asunción, y no se comportan como hombres, ni como mujeres, sino todo lo contrario. Otras hacen según les va apeteciendo en cada momento.

Eso sí merecería ser estudiado, pero supondría cuestionar el principio del “sentido común”, es decir, poner en tela de juicio el principio generalmente aceptado de que si todo el mundo opina lo mismo, es que eso debe ser verdad. Un principio muy útil para que las mayorías se impongan sobre las minorías, y para erradicar las ideas incómodas sin necesidad de razonar contra ellas.

En definitiva, es mucho mejor buscar las causas para un imaginario transtorno de identidad de género, que asumir que dicho transtorno de identidad de género no existe, porque, para empezar, la identidad de género “natural”, no transtornada, tampoco existe. Es dejar de preguntar “¿por qué son distintos?” para empezar a preguntar “¿cómo hemos llegado a creernos que somos distintos?”

martes, 21 de diciembre de 2010

En España no hay Ley de Identidad de Género.

Muchas personas creen que en España existe una ley de identidad de género, pero no es cierto. El estado español no tiene nada de eso, ni parecido. En Navarra sí hay una ley (y reconozco que no la he leído, así que no se si es buena o mala). En España no.

El motivo por el que mucha gente tiene esta creencia es el siguiente: cuando se aprobó la ley 3/2007 reguladora de la rectificación registral de la mención de sexo, se acordó entre algunos grupos de personas trans llamarla “Ley de Identidad de Género”. Así aparece, por ejemplo, en la web de Carla Antonelli.

Desconozco el motivo por el que se acordó eso, pero estoy seguro de que se hizo con toda la buena intención del mundo. Supongo que estaban tan contentos de tener por fin alguna ley que regulase algún aspecto de los diversos problemas que las personas trnas tenemos a diario, que creyeron genuinamente que se traba a de una aunténtica ley de identidad de género. Mucha gente la llama, cariñosamente, “nuestra ley”, entre otras cosas porque es suya de verdad, les costó muchísimo esfuerzo que esa ley llegase a ver la luz.

Esta genuina y comprensible alegría, en el prensente, son está haciendo más mal que bien. Porque, pasado el momento de euforia inicial, es evidente que de lo que trata esta ley es exactamente de eso que dice su nombre, de rectificar la mención registral de sexo de las personas. A parte de eso, no hace nada más, así que llamarla “Ley de Identidad de Género” es un término realmente optimista. Como mucho, la podríamos llamar “Ley de Identificación de Género”, porque sirve para conseguir papeles que nos identifiquen con el género que consideramos nuestro.

Una Ley de Identidad de Género debería regular la protección de los datos públicos pero que al mismo tiempo son de carácter privado para las personas trans, como el nombre y sexo legal cuando no se ha procedido a su rectificación registral. Por supuesto, la ley debería permitir que cualquiera rectificase los datos, no como ahora que todavía somos muchos los que nos quedamos fuera, pero incluso así debería contemplar la protección de los datos de aquellos que no los han podido (o querido) cambiar, por el motivo que fuese.

Debería regular especialmente la protección de los menores de edad, pues son un colectivo todavía más vulnerable. También debería establecer medidas antidiscriminación, y regulación sobre crímenes de odio. Regulación para aquellas personas que viven en régimen de internamiento, especialmente en cárceles y hospitales, pero también en cuarteles o residencias escolares.

Tendría que garantizar el acceso de las personas trans a los servicios públicos, especiamente a los servicios sanitarios, pero también a la asistecia de la policía, entre otros. Y el acceso al trabajo.

Por supuesto, también debería regular la rectificación de la mención registral de sexo (a poder ser, incluyendo la desaparición de esta en el DNI), y el cambio de nombre.

Esta ley no debería imponer como prerequisito un diagnóstico psiquiátrico, sin que debería ser aplicable a cualquiera que lo solicitase.

El problema de llamar “Ley de Identidad de Género” a una cosa que no lo es, es que crea una falsa sensación de protección y seguridad jurídica. Muchas personas trans creen que existe una ley que les ampara… y no. Lleva a que no se reclame enérgicamente una auténtica ley de Identidad de Género, porque claro… si ya hay una ley…

En los diez días que han pasado desde que redacté esto (en un folio, con bolígrafo bic, a la antigua) hasta que he podido pasarlo al ordenador, ya he oído un par de veces que se está trabajando en lo que ahora llaman “ley trans”. Ojalá esta vez sea de verdad.